
She breathes, even as the world tries to suffocate her
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Ser mujer en esta sociedad es vivir entre la presión de encajar y el deseo de romperlo todo. Nos enseñaron a ser bellas, pero no ruidosas. A sonreír, pero no a incomodar. La belleza se volvió una jaula decorada, donde respirar libremente es casi un acto de rebeldía. Nos moldean con estándares imposibles y, cuando hablamos del daño que eso causa, nos tildan de exageradas. Nos asfixia el deber de gustar, de ser deseadas, de no envejecer, de no engordar, de no romper la armonía visual. Y cuando queremos nombrar esa presión, nos callan. Nos ridiculizan. Nos editan. Nos reducen.
Pero aún así, hablamos. Respiramos. Creamos. Nos mostramos con cicatrices, con dudas, con furia. Porque hay una belleza que no responde al deber de agradar, sino al derecho de existir con todo lo que somos.
5 comentarios
Me impactó cómo logras que el dolor, la belleza y la crítica se fundan sin esfuerzo.
Me vi reflejada en cada palabra. A veces siento que tengo que pedir permiso hasta para existir. Gracias por ponerle imagen y voz a lo que muchas sentimos en silencio.
Qué fuerte es pensar que lo que debería ser belleza termina siendo tú cárcel. Tu trabajo no busca agradar, y por eso es tan potente. Gracias
Estoy creando una obra sobre el mismo tema. Ver esto me da fuerza. No estamos solas, y el arte es nuestra forma de decir aquí estamos.
Hace años que cargo con esa sensación de asfixia.