
Happy.
Share
El maniquí no siente. No se queja. No responde y siempre está perfecto.
Está ahí para sostener lo que otros quieren mostrar: Puede ser una prenda, una pose, una emoción bonita. Este maniquí no vende ropa lo que vende es la incomodidad de ser solo imagen.
No representa belleza, sino representa lo que pasa cuando el cuerpo deja de ser humano y se convierte en una bonita vitrina, una campaña y un algoritmo.
Esta obra no va dirigida al ojo que admira,sino a las personas que exigen. A quiénes prefieren cuerpos bonitos antes que historias reales y a quien solo valora lo visible.
3 comentarios
Mi cuerpo no es un maniquí. Tiene historia, cicatrices y tiene deseo.
¿Y si el maniquí no fuera un modelo, sino una advertencia?
El maniquí nunca envejece, nunca engorda y nunca cuestiona. Por eso es el cuerpo ideal para el mercado.